Primer Lugar
Desde Santiago, a Plutarco lo mandaron castigado al sur, a cargo del retén Paso Alto, cerquita de Argentina. Llegó bravo, imponiendo su ley. (Esa ley que él mismo no respetaba). Cortó el único álamo que había en la pampa. Se tomó todas las botellas, dio vuelta una camioneta –que compró usada en zona franca– y la escondió detrás de un puesto. Le disparó a un ñandú, a dos zorros, mató un puma con cuyo colmillo hizo un collar. Pasó partes a gauchos indocumentados y cobró comisiones a choferes sin papeles. De enemigos hizo amigos. Finalmente, Plutarco lo pasó muy bien.
Paola de Smet d’Olbecke Errázuriz, 50 años
Punta Arenas
Ilustración: Alejandro Délano