MENCIÓN HONROSA
Me convertí en ojo. Sí, en ojo. No sé cuándo realmente sucedió, solo sé que de ahí en adelante estaba relegado a vivir en una pequeña hendidura, justo en una pared del manicomio Miraflores, entre su vientre nauseabundo y un exterior asfixiante. Es difícil ver y soportar lo que veo a diario. Esa monedita de dos caras que no deja de danzar sobre el húmedo y grisáceo pavimento. Una penumbra solitaria habita ambos espacios, donde caballos desbocados revientan en sus muros. Bajo las faldas de la ciudad, se vierte el despojo y la verdad, escondidos bajo metros de sombrío mar.
Williams Sutherland Rubilar, 43 años, Punta Arenas.
Ilustración: @b.lasfemia